Por Sergio Hernández de Armas
Pasado el apasionamiento de los primeros momentos, procede
un breve análisis mesurado de la cuestión cubana.
Aunque por motivos distintos, el gobierno americano y el
régimen de los Castros coinciden en un mismo objetivo: la estabilidad interna
en la isla.
La alarma de ambos lados del Estrecho de la Florida la
disparó la creciente crisis en Venezuela.
Una posible suspensión de la ayuda venezolana (estimada en 13 mil
millones de dólares anuales) podría significar el caos, los Castros perder el
control y crearse una situación de anarquía.
Escenarios posibles: un levantamiento popular que desembocaría en
violencia, un éxodo masivo, los narcotraficantes usando a la isla de trampolín
para la droga… Como resultado los EUA se
verían involucrados y los Castros, cuya vida depende del poder, se deben estar
visualizando a sí mismos frente a un pelotón de fusilamiento.
Los americanos siempre han estado deseando una transición
pausada y realizada por los Castros y hoy ya se ponen de acuerdo con un esquema
de cambios paulatinos que permitan la estabilidad del país (lo más importante
para EUA) y donde los Castros tengan garantizado que su salida del poder esté
solo en manos de la biología.
La división de la disidencia es la causa por la que hoy no
está presente en ese esquema. Si se une
y forma una concertación, existe la posibilidad de que se convierta en un
factor a tener en cuenta por los dos interlocutores. Mientras tanto, el gobierno americano y los
Castros continuarán su plan y, por supuesto, siempre que se produzca un hecho
represivo los americanos harán pronunciamientos “de preocupación” para el
consumo de la opinión pública.